En el cruce de las calles Jesús María y Emiliano Zapata del Centro Histórico de México, D.F. hay dos altares confrontados que contrastan entre el culto popular o pagano y el fervor católico. En esa transitada esquina, dos figuras popularmente veneradas se miran a los ojos en una especie de duelo callejero: San Judas Tadeo, el apóstol de los casos difíciles y desesperados y la mexicanísima Santa Muerte, que según dicen, es aquella que concede los favores más insospechados y que algunos aseguran tiene su origen en tradiciones previas a la conquista.
El culto a la imagen de la Santa Muerte crece cada vez más y muchos mexicanos trazan una suerte de vínculo entre San Judas Tadeo y esta figura pagana. “Se corre en riesgo de caer en profundas desviaciones de fe y aún en herejía”, dice la Arquidiócesis Primada de México al respecto. A pesar de todo, el culto a la Santa Muerte ha tomando mucha fuerza en este siglo, especialmente en barrios populares como el de Tepito donde se encuentra el santuario más grande dedicado a ella.
San Judas Tadeo en cambio recibe a su fieles en el Templo de San Hipólito, ubicado en la esquina de Avenida Hidalgo y Paseo de la Reforma, especialmente cada 28 de octubre, fecha en que se colapsa el tráfico por las multitudes que se juntan día y noche para adorarlo.
Sin embargo, en este otro concurrido rincón de la ciudad, a sólo unas cuadras de la Catedral Metropolitana, comerciantes, turistas y residentes del Centro Histórico pasan a depositar ofrendas, escapularios o imágenes para pedir algún milagro… al santo que más les guste.
Jesús María esquina Emiliano Zapata
Centro Histórico
México D.F.