Por fuera, es como un ave levantando las alas y por dentro como una moderna caverna de líneas curvas de acero y mármol blanco. Así es el Oculus de Manhattan, una estación de metro super sofisticada.
El arquitecto valenciano Santiago Calatrava fue quien diseñó este centro comercial y estación subterránea con una estructura ultra moderna que representa el renacer de la Zona Cero.
Pero el Oculus causó polémica desde su inicio y hasta la fecha. El arquitecto Calatrava y su paloma “a punto de emprender el vuelo”, como él mismo la define, ha contado con opiniones favorables y muchas en contra, por el costo multimillonario de la obra (4 mil millones de dólares de fondos públicos) y 12 años de construcción a cuestas.
Hay un acceso directo desde el One World Observatory hacia el Oculus y de inmediato, esta gigante escultura arquitectónica impacta desde ángulos diferentes.
Las dimensiones y el espectáculo visual entre las luces de los aparadores y publicidades conviven con la estructura de interminables líneas inmaculadas que contrastan con los apresurados transeúntes que van al mall o hacia alguna de las once líneas de metro que conecta esta monumental estación.
Se le ha comparado con el esqueleto de un dinosaurio, con conchas de almeja… ¡hasta con Pokemon le han visto semejanza! Pero si se trata de hacer comparaciones, yo prefiero ver al Oculus como una imponente Ave Fénix levantando el vuelo y resurgiendo de entre las cenizas.